LA PINTURA ACONTECE
Curaduría de Rodrigo Alonso
Cuando la pintura acontece
Las pinturas de Hernán Procicchiani delatan la intuición y la espontaneidad que anidan en el corazón de su modo de gestación. Las manchas, las huellas gestuales, las dispersiones fluidas de color, los trazos libres, emplazados rápidamente sobre una superficie frágil e inestable que no permite mayores correcciones, ponen de manifiesto un hacer que valora los hallazgos momentáneos, sin prescripciones ni formulaciones previas. La superficie pictórica se concibe como un campo de experimentación y la forma como el resultado de un acontecimiento.
Procicchiani arriba a este proceder con el fin de escapar a los métodos tradicionales de composición. Como lo hicieron los surrealistas a través del automatismo psíquico, confía en el puntapié inicial del inconsciente que aporta rudimentos de visualidad sin cristalizarlos en una imagen. En su léxico conceptual, esta es una etapa de derrame o de derrumbe, un instante de zozobra, de creación abierta, de abandono. Un instante fugaz pero intenso, tras el cual, los elementos plásticos se orientan a la estabilidad formal y se habilita la lectura interpretativa.
Esta complejidad de origen no se presenta, sin embargo, como un obstáculo para la observación. Por el contrario, el artista aspira a una pintura amable, que establezca una relación amena y fluida con el espectador. Las formas flotantes, los colores cálidos, la performatividad latente, promueven una percepción participativa, emocional, para la cual ninguna significación es correcta o definitiva. De este modo, en las obras de Procicchiani, no se trata de decodificar un andamiaje compositivo, un sistema conceptual o un relato, sino de dejarse llevar por la aventura de una pintura que acontece.
Rodrigo Alonso